Cesará la guerra
Pedro Héctor Rodríguez
¿Por qué peleamos los hombres, si todos somos hermanos?
¿Por qué, para destruirnos, empleamos nuestras manos?
¿Por qué nuestra inteligencia usamos en construir
misiles, bombas y aviones para vidas destruir?
¿Por qué a veces nos lanzamos palabras de maldición,
las cuales son como dardos que hieren el corazón?…
Porque el odio, la ambición, el celo y la desconfianza
hacen fiesta en nuestras mentes, bailando macabra danza
Y la desconfianza fue la semilla que sembró
el diablo cuando, en el huerto, a Adán y Eva engañó
Fue entonces la desconfianza la semilla del pecado
que, siendo un árbol maligno, frutos malignos ha dado
Queriendo hallar solución, más guerras organizamos
y, “para arreglar las cosas”, nuevamente nos matamos
Mas la violencia, cual madre, concibe y pare violencia,
aunque por un tiempo haya de calma y paz apariencia
Pero el corazón humano es como un volcán dormido
que de pronto erupta el odio, que dentro estaba escondido
La guerra no es el remedio para la guerra acabar
Hace falta otra semilla en el corazón sembrar
La semilla de la fe -lo opuesto a la desconfianza-
siembra el Espíritu Santo, dándonos así esperanza
Fe en Cristo, confianza en El, quien nos otorga el perdón,
y al germinar, crece un árbol, cuyo fruto es salvación
Un día, ya muy cercano, no se escuchará el tronar
de cañones ni de bombas, pues Cristo va a regresar
No más odios, ni más celos, ni más mundana ambición
Todos unidos daremos a Dios nuestra adoración
¿Todos?... Todos los salvados, los que dejen que el Señor
plante semillas de fe y amor en su corazón
Deja tú que el Señor plante la fe en tu corazón
En ti cesará la guerra, porque tendrás salvación
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
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