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Zaldívar y Sarmiento

Pedro Héctor Rodríguez

 

Zaldívar lo cocinaba

y Sarmiento lo servía

Era alimento de Dios

con sabor a poesía

 

Zaldívar era poeta,

Sarmiento, declamador

Ambos eran siervos fieles

que servían al Señor

 

Enseñaban su Palabra

Llevaban almas a Cristo

Ayudaban a su pueblo

para que estuviera listo

 

Todavía queda el eco,

resonando en mis oídos

en que Zaldívar advierte

de la flor junto al abismo

 

La flor que con su perfume

tienta al joven caminante,

para que al querer tomarla,

ruede al abismo y se mate

 

Esa flor es el pecado

Y él nos alerta en su verso:

“Todo pecado en sí mismo,

Aunque parezca pequeño

Y te ofrezca un bello sueño,

Es la flor junto al abismo”

 

Todavía oigo a Sarmiento

declamar con maestría

los versos de “El Sembrador”

que del alma le salían

 

Y aunque muchos se cansaran,

el sembrador proseguía

muchas semillas regando,

y con convicción diciendo:

“Hay que vivir sembrando”

“Siempre sembrando”

 

Aunque los dos ya descansan,

sus versos aún nos exhortan

a caminar junto a Cristo

 sin dejarnos desviar

por el pecado maligno,

que ofreciendo bellos sueños

“es la flor junto al abismo”;

 y a no cesar en la siembra

del Evangelio de Cristo.

para que cuando él regrese,

haya abundante cosecha,

de pecadores salvados

“Hay que vivir sembrando”

“siempre sembrando”

 

Gracias, Señor, por amarnos

Gracias por estos dos siervos,

por el poeta Zaldívar,

y el declamador Sarmiento

 

 

Honrando la memoria y la parte poética del legado de los pastores Virgilio Zaldívar y Osvaldo Sarmiento; quienes sirvieron en la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Cuba

Marzo 2019

 

 

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