Antorcha que arde y alumbra
Pedro Héctor Rodríguez
La vida es cual senda oscura, que entre abismos serpentea
Tropezamos con las piedras ocultas por las tinieblas
Son las curvas y las piedras tentaciones, desafíos;
y los pecados y errores son caídas al vacío
Los verdaderos cristianos, con sus vidas cristalinas,
son antorchas que la senda alumbran mientras caminan
Hace falta más antorchas que iluminen el sendero,
para que muchos no caigan al abismo traicionero
Dios nos llama a ser antorchas, como fue Juan el Bautista
para, cuando Cristo vuelva, halle mucha gente lista
La antorcha, para alumbrar, necesita arder en llamas
Es el Espíritu Santo, el que con su amor la inflama
Oye, cansado viajero, que ya tanto has tropezado,
o que yaces en el fondo del abismo del pecado
Fija tus ojos en Cristo; al Santo Espíritu deja
prender el fuego divino que echa las tinieblas fuera
Y deja que el Santo Espíritu sople el fuego cada día
para que tu luz alumbre a lo largo de la vía
Para que tú sigas siendo de Cristo la antorcha ardiente
que alumbra el sendero oscuro para salvar a la gente
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
Transformación
Pedro Héctor Rodríguez
¿Has visto como el gusano se convierte en mariposa,
cómo sale de alguien feo una criatura hermosa?
Es un proceso que Dios realiza con su poder,
deshaciendo lo que es feo, y formando un bello ser
Así transforma el carácter con su poder el Señor
El puede tornar en santo hasta al más vil pecador
No importa cuán feo sea tu carácter, pecador
Si tú le das el permiso, muy bello lo hará el Señor
(2 Corintios 5:17; 2 Corintios 3:18)
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
Aprendí del eco
Pedro Héctor Rodríguez
Grité con fuerzas en la montaña,
bellas palabras, por un momento
Callé; esperé por un instante,
y el eco las repitió a lo lejos
De nuevo grité palabras bellas,
y las escuché en la lejanía
Fue aquel eco río de agua viva
que inundó mi pecho de alegría
Cuando grité por tercera vez,
palabras feas repitió el eco
Fueron olores contaminantes,
pantanos de pestilente cieno
Allí mismo me puse a pensar
que mis palabras viajan muy lejos,
son conocidas por mucha gente;
dan resultados malos o buenos
Ellas dan alegría o dolor
Ellas inspiran odio o amor
Mis palabras dan fe y esperanza,
o instigan temor y desconfianza
Ellas edifican o derriban
Ellas abren o sanan heridas
Ellas alientan o desaniman
Mis palabras dan muerte o dan vida
Aprendí del eco la lección,
y la decisión allí tomé
de que siempre inspiren mis palabras
amor, bondad, esperanza y fe
Hablaré las palabras de Dios
Ellas son fuente de agua divina
Esparza el eco de mis palabras,
por todas partes, chorros de vida
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
La oración es una cuerda
Pedro Héctor Rodríguez
La oración es una cuerda que me une al Salvador,
me rescata, me da alivio, y me hace sentir su amor
Asediado sin cuartel por malsana tentación,
me aferré a mi Salvador con la cuerda de oración
Casi ahogado por las olas en tormenta de pecado,
con la cuerda de oración por Cristo fui rescatado
Cuando el sufrimiento cruel sin piedad me torturó,
la cuerda de la oración me unió a Cristo y me alivió
Cuando el triunfo vanidoso de Cristo me separó,
la cuerda de la oración de nuevo a Cristo me unió
La oración es una cuerda que me une al Salvador,
me rescata, me da alivio, y me hace sentir su amor
Amigo, no sé cuál sea tu presente situación
No sé si estás asediado por malsana tentación
No sé si fuerte te azota la tormenta de pecado,
si sus gigantescas olas casi te tienen ahogado
No sé si tu sufrimiento, como cruel torturador,
te propina en las entrañas puñaladas de dolor
O si el triunfo pasajero, de Cristo te ha separado,
con su orgullo vanidoso, el más horrible pecado
No importa cuán poderosa resulte tu tentación
Aférrate a Jesucristo con la cuerda de oración
La oración es una cuerda que te une al Salvador,
te rescata, te da alivio, y te hace sentir su amor
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
Lorem ipsum dolor sit amet, dolore magna aliqua.
Lorem ipsum dolor sit amet, dolore magna aliqua.
Lorem ipsum dolor sit amet, dolore magna aliqua.
Lorem ipsum dolor sit amet, dolore magna aliqua.
© 2024 PastorPedroRodriguez.com