Mis huellas
Pedro Héctor Rodríguez
Desde mi ventana, me puse a observar
a los que pasaban cerca de mi hogar
Pasó una ambulancia, sonando sirena
Sembró incertidumbre, auguró tristeza
Un hombre en harapos, pasó mendigando
Alguien, compasivo, lo ayudó con algo
Con su mercancía, pasó un vendedor
Decía en su pregón, que era la mejor
A un niño llorando, caído en el suelo,
su madre amorosa prodigó consuelo
Pasó una pareja, de manos tomada,
jurándose amor en cada mirada
Observé al cartero, que en cada buzón,
dejaba esperanza o desilusión
Todos cuantos vi desde mi ventana;
aún sin proponérselo, un mensaje daban
Y yo, en mi andar, también doy mensajes
Voy dejando huellas en éste, mi viaje
Sean mis mensajes de amor y consuelo
Ojalá mis huellas conduzcan al cielo
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
Fulgores de gloria
Pedro Héctor Rodríguez
Una estrella fugaz el cielo iluminó
Sobre el negro telón, radiante fulguró
con majestuosa gloria; mas se desvaneció
Así es la gloria humana, aerolito fugaz;
instante de fulgor que no perdurará;
un fuego pasajero que al fin se extinguirá
Si esa gloria buscara, quizás la alcanzaría;
y tal vez, ¿por qué no?, hasta feliz sería;
pero se apagará cuando acabe mi día
Un lucero lejano el cielo iluminó
Sobre el negro telón, radiante fulguró
con majestuosa gloria; y allá permaneció
Así es de Dios la gloria, lucero permanente
que conserva el fulgor más allá del presente,
que alumbrando la noche seguirá eternamente
Escojo la divina sobre la mundanal
Busco la gloria eterna, no la que es temporal;
esa gloria feliz que no tendrá final
Por eso es que contemplo al lucero brillante,
el carácter de Cristo, su gloria fulgurante,
y no quiero perderlo de vista ni un instante
Busco, Señor, tu amor; dame tu santidad
Procuro tu paciencia, anhelo tu humildad
Quiero tener tu gloria, hoy, y en la eternidad
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Loor
Pedro Héctor Rodríguez
Las olas en la playa acarician la arena
Fértil surco de luz abre la luna llena
Surco para sembrar semillas de poemas,
y a tiempo cosechar sus más preciosas gemas
El que hizo la playa, las olas y la arena,
a abrir el fértil surco mandó a la luna llena
Y porque reconozco que es Dios el sembrador,
dedico mis poemas a rendirle loor
La nocturnal tiniebla se convierte en penumbra
Luego el radiante sol es lámpara que alumbra
Lámpara que revela tesoros de verdades,
que tenían ocultas las sombras nocturnales
El que hizo la luz mandó al sol a alumbrar,
para que las verdades podamos encontrar
Y porque sé que es Dios de la luz el autor,
cada verdad que encuentro, dedico a su loor
Sembrador de poemas, divino agricultor,
siempre sembrando flores, siempre sembrando amor
Autor de toda luz, que me permite ver
las verdades que ocultas, no podía entender
Creador de lo hermoso, autor de la verdad,
para abrirme la puerta de la felicidad
A ti sea la gloria, a ti sea el honor
Por tu amor infinito, hoy te rindo loor
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Dios y la variedad
Pedro Héctor Rodríguez
Por un momento imagina que existe un solo color,
que no hay azul en el cielo ni en el follaje verdor
Que hay una sola canción, sólo una nota tediosa
No hay variación de volumen; no hay música melodiosa
Que existe un solo alimento, que no hay comidas sabrosas;
que no hay perfume que embriague, que no hay flores olorosas
Imagina que no hay sensaciones al tocar,
que no existen las caricias ni el arte de consolar
Que son tu cuerpo y tu mente, de los demás, un espejo;
y que tus ideas son de otras ideas reflejos
Piensa que la superficie es plana, que no hay colinas;
que todo tiene una forma simétrica de ocho esquinas
Imagina que no laten los pechos con emoción,
que eres como un robot, sin un tierno corazon
Gracias a Dios no es así. El creó la variedad
Puso gracia y emoción en la hermosa realidad
Y aunque el mundo fue estropeado por la intromisión del mal,
tiene aún áureos destellos de su estado original
En el mundo que se acerca, donde habremos de vivir;
sobre el trono el arco iris sus colores va a exhibir
De mil arpas y mil voces miles de notas saldrán,
que alabarán al Señor, y a todos alegrarán
El alimento será una fiesta de sabor
Las flores alegrarán todo con fragante olor
Los abrazos emotivos serán toque sanador
de hermanos que vivirán enlazados en amor
Aunque el carácter de Cristo todos allí llevarán,
los rasgos individuales siempre se conservarán
Aunque puros y centrados en el Rey del Universo,
los pensamientos e ideas serán muchos y diversos
Alegrarán el paisaje las colinas onduladas
Los animales y cosas tendrán mil formas variadas
Y los pechos latirán pletóricos de emoción,
al contemplar el amor de quien les dio redención
Oh, Señor del Universo, no será la eternidad
ni tedio ni aburrimiento, sino gozo y variedad
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