Pequeña criatura de dulce mirada
Pedro Héctor Rodríguez
Pequeña criatura de dulce mirada,
no sabes ni entiendes lo que está pasando
Unos días atrás, tan solita estabas
dentro de mamita, bien acurrucada
Hoy hay mucha gente y un hombre está hablando
Déjame explicarte, aunque hoy no entiendes;
pero sé que un día sí lo entenderás
Y cuando ese día, a escuchar te sientes,
quiero que medites muy profundamente
en lo que ese hombre a decirte va
Viniste a este mundo porque Dios te ama;
pero hay en el mundo maldad y dolor
El dolor te asedia, la maldad te llama
Pequeña criatura de dulce mirada,
¡cuánto necesitas de tu Dios de amor!
Porque él te ama, envió a Jesús
a comprar con sangre tu eterna morada,
a morir por ti en horrenda cruz,
para que tus ojos siempre tengan luz;
pequeña criatura de dulce mirada
Oye de papito los buenos consejos
Sé obediente y buena, noble y educada
Que sea mamita tu mejor amiga
Escucha y practica lo que ella te diga,
pequeña criatura de dulce mirada
Es muy importante que uses tus manitas,
ayudando a mami, porque está cansada
Si con gozo ayudas a tu mamacita,
vas a creces mucho, serás muy bonita,
pequeña criatura de dulce mirada
En fin, criaturita, imita a Jesús
en cada momento de tu gran jornada;
y al pasar los años, mientras vas creciendo,
y más semejante a Cristo vas siendo;
se torne más dulce tu dulce mirada
Poema escrito para la dedicación a Dios de la niña Ruth N. Molina
Iglesia Adventista del Séptimo Día Hispana de Toronto, Canadá
Marzo 19, 1994
Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo
Marzo 19, 1994
Adoremos
Pedro Héctor Rodríguez
Allá en lo alto, sobre la montaña,
un hombre pensativo y solitario
mira al cielo, que parece cercano
desde aquel improvisado santuario
Allá en el templo dedicado al culto,
hay hombres y mujeres reunidos,
que elevan oraciones y alabanzas
al Salvador que los ha redimido
Dos lugares y formas diferentes
de adorar al divino Creador
Hay también otras formas y lugares
para adorarlo y rendirle loor
Porque en Espíritu y verdad debemos
adorar a aquel que todo creó,
y cuando fuimos llevados cautivos,
con su muerte en la cruz nos rescató
Adorar en Espíritu, postrar
el corazón hambriento que a Dios clama
Elevar la mirada hacia la altura
Abrir la puerta a Jesús que llama
Adorar en verdad, seguir principios
que son eternos como el mismo Dios,
y que él nos enseña en su palabra
En obediencia ir de él en pos
Adoremos, entremos hasta el trono
del Creador, con reverencia y gozo
Traspasemos las sombras de este valle
Alcancemos su monte luminoso
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
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Hijo, la luz natural
Pedro Héctor Rodríguez
Cuando yo era adolescente, si mi trabajo hacía mal,
mi padre solía decirme, en un tono paternal,
esta frase corta y sabia: “Hijo, la luz natural”
En lugar de dar detalles y una larga explicación,
esta frase corta y sabia usaba por corrreción:
“Hijo, la luz natural”; así era su instrucción
El, al sentido común, llamaba luz natural,
y de esa forma enseñaba un principio universal,
que en asuntos de razón, es la autoridad final
Es porque viene en los genes, que esa luz es natural
No depende de los títulos de la educación formal
Es un regalo de Dios a cada ser racional
Mi padre muy poco fue a un aula para aprender
Recuerdo que, con esfuerzo, podia despacio leer;
mas con la luz natural, grandes cosas pudo hacer
Muchas cosas aprendí de su enseñanza informal,
pero ésta es la más útil, el principio universal;
que al seguirlo, me hace sabio: “Hijo, la luz natural”
En reconocimiento al legado, en esta área de mi vida, de mi padre Pedro Tomás Rodriguez (1910-1991)
Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com
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Sea Cristo tu pensamiento
Pedro Héctor Rodríguez
Si te cubren las tinieblas, y es noche en tu pensamiento,
tropiezas a cada instante, y te invade el desaliento;
necesitas que te alumbre de Cristo el amanecer,
para que con su luz clara, el camino puedas ver
Si son todas tus ideas como árboles trasplantados,
y no hay ninguna planta que en tu huerto haya brotado;
necesitas darte cuenta de que eres singular,
y que ideas en tu campo, Cristo está listo a sembrar
Si tu pensamiento vaga como barco a la deriva,
condenado a naufragar, porque a ningún puerto arriba;
necesitas dar a Cristo de tu pensar el timón,
para que guíe tu barco al puerto de salvación
Si derribado en combate, piensas en no más erguirte,
si rodeado de enemigos, piensas que han de destruirte;
necesitas ver que en Cristo hay infinito poder
No hay enemigo que tú, con él no puedas vencer
Cristo, lucero del alba; fértil sembrador de ideas;
habilidoso piloto; poderoso en la pelea
En cada día y momento, Cristo es tu necesidad
Sea Cristo tu pensamiento, hoy y por la eternidad
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