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Gratitud a nuestra madre

Pedro Héctor Rodríguez

 

Madre, tus manos ajadas nos dicen que nos amaste

Fue lavando nuestras ropas que tus manos estropeaste

  

Madre, tus ojos marchitos nos delatan tus desvelos,

todo el sueño que perdiste por suplir nuestros anhelos

  

También tu frente arrugada nos cuenta de tu ansiedad,

por labrarnos un futuro de dicha y felicidad

  

Y tu cuerpo entumecido revela que te privaste

de cuidados y alimentos, que a nosotros prodigaste

 

Madre, tu pelo canoso nos habla de tus fatigas

Trabajando por nosotros se te ha gastado tu vida

  

Y tu corazón, oh madre, que tantas veces herimos,

porque tus buenos consejos no escuchamos ni seguimos

  

Si hoy algo bueno tenemos, es por tus manos ajadas,

es por tus ojos marchitos, y por tu frente arrugada

 

Lo que somos lo debemos a tu cuerpo entumecido,

a tu cabello canoso, y a tu corazón herido

 

Reconociendo tu amor, hoy podríamos brindarte

muchos regalos preciosos, y de atenciones colmarte

  

Pero el más fino regalo es que lleguemos a ser

mujeres y hombres de bien, que cumplan con su deber

 

Si así fuera, madre buena, ¡cuál no será tu alegría!

La gran obra de tu vida ya realizada verías

 

Por eso te prometemos esforzarnos grandemente,

por que no sean en vano las arrugas de tu frente

 

Y que tus ojos marchitos brillen cual la luna llena,

y que tú seas feliz, madre dulce, madre buena

 

Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com  

Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo 

 

Momentos

Pedro Héctor Rodríguez

 

Hay momentos muy dulces en la vida,

impregnados con mieles de victoria,

cuando la pena se esconde y se olvida;

que nos dejan con un sabor a gloria

 

Hay momentos terribles en la vida,

como túneles obscuros y largos,

cuando a borbotones sangra la herida;

que nos dejan con un sabor amargo

  

Hay momentos de rutina en la vida,

en que no pasa nada extraordinario

Casi la misma ruta es recorrida

Es como reescribir el mismo diario

 

El momento que estás atravesando

¿Es muy dulce, terrible o rutinario?

¿Qué clase de sabor te está dejando?

Al final ¿qué escribirás en tu diario?

 

Este momento en que estás ocupado,

Al Omnisapiente no sorprendió

Aunque a ti te resulte inesperado

Dios, para este momento, proveyó

 

Busca ayuda en Dios en cada momento,

en los malos, y en los buenos también

El ha provisto para ti el aliento

Confiando en Dios, cosecharás el bien

 

Y es la cosecha lo más importante

en tus acciones y en tu pensamiento

Sea dulce, terrible o rutinario,

busca ayuda en Dios en cada momento

 

Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com  

Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo 

Solución al odio

Pedro Héctor Rodríguez

 

La ofensa fue dura; le causó dolor

Plantó una semilla de odio y rencor

 

La mala semilla, pujante, creció

en el corazón que no perdonó

 

Después de algún tiempo, el pobre ofendido

quiso echar su odio en hueco de olvido

 

En la dura ofensa ya no más pensó

Aparentemente al odio venció

 

Mas quedó su campo seco cual desierto

Sólo indiferencia en su pecho yerto

 

No. La indiferencia no es la solución

Su sequía deja muerto el corazón

 

Siempre que te ofendan, a Jesús recuerda

Así evitarás que el odio te muerda

 

Como te hizo Cristo, tú perdonarás

De Cristo el perdón, a otros pasarás

 

No quedarás seco, tú, pobre ofendido

No tendrá tu campo un hueco de olvido

 

Darás muchas flores a quien te ha ofendido

Con flores de amor, tu campo es florido

 

No. La indiferencia no es la solución

que destierra el odio de tu corazón

 

El amor de Cristo otorga perdón

Perdón con amor es la solución

 

 

Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com  

Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo

 

 

Historia de dos parejas

Pedro Héctor Rodríguez

 

Era tal su atracción, que creían amarse

Fuertes imanes eran, llamados a pegarse

Para sellar su amor, decidieron casarse

 

Aquellos dos imanes en uno se fundieron

En un abrazo ardiente, sin reservas se dieron, 

y amarse eternamente, sin dudar, prometieron

 

Quemante fue la hoguera, chispeante de pasión

La mirada y el beso cargados de emoción

Dos imanes unidos por potente atracción

 

Con el correr del tiempo, declinó la atracción

La mirada y el beso perdieron emoción, 

e imperceptiblemente, creció la incomprensión

 

¿Y de que otra manera habría podido ser?

De Marte viene el hombre, de Venus la mujer

Así se los describe, por diferentes ser

 

No pudiendo encontrar ni atracción ni emoción, 

y bebiendo vinagre de amarga incomprensión, 

con divorcio sellaron su cruel desilusión

 

____ *  ____  *  ____  *   ____

 

Era tal su atracción que creían amarse

Fuertes imanes eran llamados a pegarse

Para sellar su amor, decidieron casarse

 

Aquellos dos imanes en uno se fundieron

En un abrazo ardiente, sin reservas se dieron, 

y amarse eternamente, sin dudar, prometieron

 

Quemante fue la hoguera, chispeante de pasión

La mirada y el beso cargados de emoción

Dos imanes unidos por potente atracción

 

Con el correr del tiempo, declinó la atracción

La mirada y el beso perdieron emoción;

mas, ¡a Dios sea la gloria!, creció la comprensión 

 

¿Y de qué otra manera habría podido ser?

Aunque son diferentes el hombre y la mujer; 

en las manos de Dios, uno llegan a ser

 

Dos parejas juraron amarse eternamente

En ambas la atracción, imperceptiblemente, 

perdió su magnetismo, inevitablemente 

 

De Venus las mujeres, los dos hombres de Marte

Una de las parejas, no por ciencia ni arte, 

triunfó porque escogió a Dios como baluarte

 

La presencia de Dios hizo la diferencia 

entre triunfo y fracaso; y aunque hay arte y hay ciencia, 

sólo pueden ser útiles cuando está su presencia

 

Venusianas, marcianos, si quieren que la historia 

de su amor en la Tierra culmine con victoria, 

den la mano al Señor, y sólo a él la gloria 

 

 

 Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com. También forma parte de mi libro "Amor de esposos"

Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo