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En este día

Pedro Héctor Rodríguez

 

Cuando contemplo el pasado, la senda que he recorrido;

al ver cuanto yo he fallado, lamento el tiempo perdido

 

Cuando miro hacia el futuro, veo tanto por hacer;

que abrumado por la carga, me siento desfallecer

 

Entre pasado y futuro, llenos de años y días;

este día de mi vida pequeño parecería

 

Pero en verdad, el pasado ya se fue y no volverá,

y del futuro no sé ni si mañana vendrá

 

De tal manera que hoy, este pequeñito día, 

es el único que tengo en que hacer algo podría

 

En este día que tengo, puedo aprender del pasado,

y repetir cosas buenas que otras veces he logrado

 

En este día que tengo, puedo evitar los errores

que a mi vida y las de otros trajeron sus sinsabores

 

Hoy puedo fijar el rumbo hacia el puerto de la gloria

Hoy puedo andar con Jesús, y obtener muchas victorias

 

En este día que tengo, puedo a Jesús imitar;

y en mis actos y palabras, su carácter revelar

 

En este día que tengo, puedo a Cristo compartir;

decir que da salvación, y que pronto ha de venir

 

En este día que tengo, decido ser de mi Cristo;

y si me llega la muerte, en este día estoy listo

 

 

 

Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com 

Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo

Yo quiero ser

Pedro Héctor Rodríguez

 

Yo quiero ser un faro para el mundo

guiando navegantes extraviados

Yo quiero ser un sembrador fecundo

que cultiva y cosecha lo sembrado

 

Yo quiero ser columna poderosa

en el templo que Dios ha levantado,

donde acuden las almas temblorosas

que quieren ser libradas del pecado

 

Yo quiero ser la mano bondadosa

que Dios extiende a los necesitados

Yo quiero ser la canción melodiosa

que endulza corazones amargados

 

Yo quiero ser la brisa refrescante

que mitiga el calor abrasador,

y acaricia la faz del caminante,

quien así palpa de Dios el amor

 

Yo quiero ser conducto de agua viva

que conecta al sediento con la fuente

Yo quiero ser el alma compasiva

que enjuga el llanto del triste doliente

 

Yo quiero ser el médico que aplica

el bálsamo que alivia los dolores

Yo quiero ser el ruego que suplica

que a Jesús acepten los pecadores

 

Incontable multitud de salvados

en el eterno reino quiero ver;

por eso, ante el mundo descarriado,

su fiel embajador yo quiero ser

 

 

 Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com 

Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo,

 

 

Cuatro verdades que recordé ante la tumba

Pedro Héctor Rodríguez

 

Al callado cementerio

un día fui a caminar,

y una tumba muy hermosa

me detuve a contemplar

 

Era una tumba opulenta

de mármol resplandeciente

El lujo que derrochaba

admiré calladamente

 

Sobre la lápida escritos,

pude leer los honores

que al difunto tributaron

parientes y admiradores

 

Viendo el lujo y el honor

que le habían ofrecido,

pensé que un ser honorable

el difunto había sido

 

Por el triste cementerio

continué mi caminar,

y al llegar ante otra tumba,

allí me puse a observar

 

Ni lápida con honores,

ni mármol resplandeciente

ornaban aquella tumba,

quizás la de un indigente

 

Un montículo pequeño,

cubierto de matorrales,

era el mísero depósito

de aquellos restos mortales

 

Por un momento pensé

que en la tumba miserable

no yacía un ser valioso,

mucho menos honorable

 

Oh, qué actitud insensata:

Juzgar lo que no sabemos,

y valorar a la gente

tan sólo por lo que vemos

 

Pero estas cuatro verdades

aquel día recordé, 

cuando ante la tumba fría

un poco reflexioné

 

La verdad es que ante Dios

todos somos muy valiosos,

porque Cristo nos compró

por un precio fabuloso

 

La verdad es que el honor

no puede el cielo comprar

Sólo la sangre de Cristo

puede a la gente salvar

 

La verdad es que el humano

es imperfecto e injusto,

y sólo el Dios santo y bueno

es el juez perfecto y justo

 

La verdad es que los muertos

nada pueden ya cambiar,

ni la persona honorable,

ni el que solía mendigar

 

Sólo los vivos podemos

cambiar nuestra situación,

si hoy a Cristo aceptamos

para nuestra salvación

 

De la Palabra de Dios,

que en mi corazón retumba,

estas son cuatro verdades

que recordé ante la tumba

 

 Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com  

Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Pedro Héctor Rodríguez

 

Queriendo hacer el bien, todo me salió mal
El recio vendaval mis sueños derribó
No tuvo mi batalla un regreso triunfal
Entonces pregunté ¿Por qué?  ¿Por qué?  ¿Por qué? 


Lo intenté varias veces con más fuerza y tesón,
mas siempre fracasé en mis buenos empeños
Sentí que se quedaba vacío mi corazón
Entonces pregunté ¿Por qué?  ¿Por qué?  ¿Por qué? 


Un día en que ante Dios derramaba mi alma
y en oración sincera al Señor reclamaba,
él me dio en un susurro una respuesta clara
Y ya no pregunté ¿Por qué?  ¿Por qué?  ¿Por qué? 


Entendí claramente mi triste situación
Para mi propia gloria, yo estaba haciendo el bien 
A mi yo, en mi altar, rendía adoración


 “¿Señor, qué debo hacer?”, pregunté en agonía
“No dejes de hacer bien”, me respondió el Señor;
“mas no busques tu gloria, sino la gloria mía”


Mi obra no cambió, mas cambió mi ideal
Me puse a hacer el bien para gloria de Dios
Cada batalla tuvo un regreso triunfal


A Dios, y sólo a él, pertenece la gloria;
pero él, en su amor, sentándome a su mesa,
 me hizo saborear la miel de la victoria
“¿Por qué me amas tanto?”, entonces pregunté,  
“si yo no lo merezco ¿Por qué?  ¿Por qué?  ¿Por qué?” 

 

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