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Aprendamos con las ramas

Pedro Héctor Rodríguez

 

Ramas de un árbol hermoso al fuerte tronco adornaban, 

y sintiéndose muy bellas, del tronco así se mofaban:

 

-“Sin nosotras, pobre tronco, un feo leño serías, 

y quienes buscan belleza a ti jamás mirarían”

 

El tronco, sin inmutarse, a las ramas orgullosas 

les platicó con bondad para aclarar bien las cosas

 

-“Oh, mis ramas tan queridas, mucho admiro su belleza, 

mas su necio engreímiento me causa mucha tristeza

 

“Si sobre mí no estuvieran, pobres ramas engreídas,  

y no las alimentara, serían leños sin vida

 

“Pero ni siquiera yo, en mí mismo, tengo vida

Mi vida y fuerza dependen de mis raíces queridas”

 

Las raíces, al oír este reconocimiento, 

muy humildes se mostraron, y aclararon al momento

 

-“Es el suelo quien nos da los minerales nutrientes, 

que fortalecen al tronco y a las ramas tan lucientes”

 

El suelo no se quedó con el mérito asignado;

dijo: -“La gloria es de Dios, porque él todo lo ha creado

 

Las ramas así dejaron de mofarse jactanciosas, 

porque aquel día aprendieron lecciones maravillosas

 

Aprendieron que Dios da a cada cual su misión, 

y que debe ser cumplida, sin buscar exaltación

 

Que cada misión es parte de una más grande misión,

y que cumplirla requiere de todos cooperación

 

Dondequiera que nos toque trabajar en la misión, 

sirvamos con la actitud de humilde cooperación,

Del Señor pronto tendremos eternal exaltación

 

Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com  

Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo 

 

Despertó un sentimiento

Pedro Héctor Rodríguez

 

Escurriéndose entre ramas, cual violín, susurró el viento,

y en mi alma despertó un dormido sentimiento

  

Esa música dulzona, con sus caricias abrió

el cofre que, bien cerrado, por años permaneció

  

Saqué del cofre la gema, aquel diamante precioso,

el sentimiento dormido... Su despertar fue glorioso

 

Con poder incontenible, su gloria inundó mi alma,

ahogando mis ansiedades en un diluvio de calma

 

Volví a sentirme cual niño, como pichón en el nido

Por alas fuertes y cálidas, de todo mal protegido

 

Y aunque ya no están mis padres, y yo mismo soy abuelo;

bajo sus alas me abriga Dios, padre mío en el cielo

 

Bajo sus alas eternas, niño confiado me siento

¡Oh, qué diamante precioso!; ¡Oh, qué dulce sentimiento!

 

Voz dulzona de violín en el susurro del viento,

gracias mil por despertar mi dormido sentimiento

 

 

Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com  

Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo 

 

 

 

 

 

El destino

Pedro Héctor Rodríguez

 

Todo estaba previsto… Cuando se abrió el telón

los actores siguieron lo escrito en el guión

 

Cada palabra y gesto, cada acción y emoción, 

cada acontecimiento, siguieron el guión

 

El drama terminó de acuerdo a lo planeado

De todos el destino estaba ya marcado

 

Algunos personajes felices terminaron

Otros en la desgracia o en la muerte acabaron

 

¿Son nuestras vidas dramas escritos en guiones?

¿Ya están predestinados pensamientos y acciones?

 

¿Será que está marcado tu invariable camino, 

y no puedes cambiar el rumbo ni el destino? 

 

¡No!, tu vida no sigue un guión invariable

No vas hacia un destino que resulte incambiable

 

A medida que vives, escribes tu guión

con palabras y acciones, con cada decisión

 

Aunque no decidiste dónde y cuándo nacer, 

hoy debes decidir las cosas que has de hacer

 

Tornados y huracanes no puedes controlar, 

pero para enfrentarlos, te puedes preparar 

 

Aunque no eres autor de tu temperamento, 

tu carácter construyes con acero y cemento 

 

El acero es la fe; el cemento el amor

El arquitecto es Cristo; tú eres el constructor

 

Y puedes caminar, tomado de la mano, 

de quien siendo tu padre, se convirtió en tu hermano

 

De la mano de Cristo, vas por el buen camino,

con tu paso seguro hacia hermoso destino

 

El que él te preparó, el de la eterna gloria;

mas de tus decisiones depende tu victoria

 

Cristo no da un guión; él te muestra el camino

Tú caminas con él a tu eterno destino 

 

 

Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com  

Puedes compartir este poema libremente en cualquier lugar. Sólo debes compartirlo tal como está escrito, incluyendo mi nombre "Pedro Héctor Rodríguez" como autor; porque asumo responsabilidad por lo que escribo 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Yo sé en quién he creído
Pedro Héctor Rodríguez


Cuando veo que errantes, 
sin hallar el camino, 
van tantos caminantes, 
sin rumbo ni destino, 
agradezco a mi Dios 
por su guía abundante
Yo sé en quién he creído

 

Cuando a pobres ateos 
andar por el desierto, 
con mucha pena veo, 
porque vagan sedientos, 
sin oasis hallar, 
se ensombrece mi alma, 
y la invade el pesar 
por aquellos perdidos 
que hay que rescatar, 
y por mi fe doy gracias
Yo sé en quién he creído

 

Cuando veo nación 
contra nación guerrear
Cuando siento la tierra, 
cual un niño temblar
Cuando escucho el bramido 
del tormentoso mar,
y se secan los hombres,
sin el agua encontrar, 
agradezco a mi Dios 
por haberme infundido
en él plena confianza
Yo sé en quién he creído

 

Yo sé en quien he creído,
en Dios, el Creador, 
que con sus propias manos, 
me hizo con amor

 

Yo sé en quien he creído 
en el Verbo encarnado, 
que vino aquí a morir 
por mi sucio pecado

 

Yo sé en quien he creído
en el immaculado, 
que con su propia sangre 
mis manchas ha limpiado

 

Yo sé en quien he creído, 
en el siervo sufriente
que cuando sufro y lloro 
conmigo está presente

 

Yo sé en quien he creído, 
en el que fue asaltado 
por el fiero enemigo, 
y cuando soy tentado, 
me alza con su mano, 
y me sienta a su lado, 
en el trono del cielo, 
donde él está sentado

 

Yo sé en quien he creído, 
en el Rey que vendrá,
para llevarme al reino 
que por siempre será

 

Ya pronto vendrá Cristo 
Así lo ha prometido 
Yo creo en sus promesas
Yo sé en quien he creído

 

 

Este poema forma parte de mi libro "No desmayes, Peregrino", el cual puede ser adquirido en amazon.com  

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